Después de transitar por las calles del pueblo, tomamos la carretera que nos lleva al cementerio y la casa de las Hermanitas de los pobres, observando como de las lujosas casas, pasábamos a la via pecuaria y a fincas ganaderas. El paisaje se iba transformando, pero la lluvia y las nubes no nos dejaban apreciar las cumbres de la sierra madrileña. Por el camino nos encontramos con algún ciclista y un grupo dando un paseo a caballo, ¡no somos los únicos que a pesar del mal tiempo se atreven a salir a disfrutar de la naturaleza!. Después de culebrear por la pista llegamos a una leve ascensión que nos conduce al Santuario de la Virgen del Espino y desde el cuál teníamos que ver el pico de La Peñota, pero el tiempo lo impide. Esperabamos otra cosa, pero no ha estado del todo mal.
Dejando el Santuario a nuestra derecha y siguiendo la pista, comenzamos el camino de regreso hacia el pueblo. En el camino nos encontramos con una patrulla de la Guardia Civil y numerosos caballos fuera de sus fincas. Aunque sólo sea por estas estampas merece la pena llegar hasta allí.
Una vez en el pueblo, y aprovechando que había cesado la lluvia. En un parque cercano a una Ermita, decidimos hacer que nuestros estómagos dejaran de rugir, a una velocidad más por el frío que por el hambre. Decidimos después entrar en calor en la cafetería La Parada, donde tomamos un buen café caliente y en un buen ambiente.
Tocaba el momento de volver a la Estacíón y emprender el regreso a la ciudad. Se acabó el maravilloso día, pero prometemos haceros partícipes de nuevas escapadas.
Manu and Vale